porque tenía muchas posesiones». Prefirió aferrarse al engaño de su justicia propia, retener su dinero y sus posesiones, que tener a Jesús. No tenía interés en negarse a sí mismo, ni a sacrificarse ni a someterse. Por consiguiente, era indigno de ser discípulo de Jesús y él mismo se cerró la puerta al reino de la salvación. Todos conocemos a alguien como el joven rico: engreído, confiado en sí mismo, impresionado con su propia bondad, que ve la salvación cristiana como una meta más que puede lograr
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